sábado, 6 de febrero de 2010

Mujeres de valía: Mercedes Rosa Rincón Arcila

Doña Simona Duque Rincón o Simona Duque de Alzate (Marinilla, 1773-1858) es merecidamente reconocida como heroína porque tuvo ocho hijos y entregó siete de ellos a la Patria para que lucharan a brazo armado por la independencia, y porque no aceptó ayuda oficial para cuidarlos cuando, heridos, se los devolvió la Patria. Mercedes Rosa Rincón Arcila es otra heroína paisa, aunque anónima, porque plena de amor y constancia crió y dio formación a 11 hijos y se los encomendó a Colombia para que ayudaran con su trabajo y ejemplo a darle estabilidad moral. Bonita, de piel blanca, acuerpada, de estatura mediana, de ojos pardos tendiendo a verdes, y cabellera negra, Mercedes Rosa es una mujer destacada de Antioquia, por su tesón y función hogareña, sin errores, durante más de 70 años. Le tocó vivir en una sociedad caudillista, sesgada a lo masculino.

Mercedes Rosa Rincón Arcila nació en Támesis el 31 de diciembre de 1917, fue madre, esposa, señora de su casa, y murió en Bogotá el 17 de enero de 2004. Para graduarse como Normalista (en Pueblo Rico, 1934) Mercedes Rosa viajaba desde La Betania, una de las veredas de mayor altitud y más alejadas en Támesis, (donde su padre era un agricultor, colonizador de tierras de páramo y filántropo) hasta Pueblo Rico donde vivían varios parientes. Los caminos de La Betania, Támesis, vereda Riofrío, Jericó, Pueblo Rico y las mulas de silla fueron tan familiares para Mercedes Rosa como la historia eclesiástica y de Colombia, y la geografía que ella dejó en sus cuadernos escritos con su hermosa caligrafía que parecía bordada. Viajaba a cumplir una misión trascendental para el país: educarse.

Varios años después de graduada se casó, en 1937, en Támesis, con un agricultor y vecino que era su primo hermano, Luis Gonzalo Rincón Ramírez . Tuvieron 11 hijos (cuatro hombres y siete mujeres). La primogénita nació en octubre de 1939 y la menor en junio de 1961. Para criarlos ella puso todo su capital: formación y amor. “Hay que aspirar a ser presidente para llegar siquiera a policía”, repetía con frecuencia. La casa de Mercedes Rosa y Luis Gonzalo era un lugar familiar también para gente que buscaba orientación o ayuda, de las cuales Mercedes Rosa era una fuente inagotable. Los Rincón Rincón iniciaron escuela con maestras graduadas que Luis Gonzalo pagaba y que venían a vivir en la finca con la familia Rincón. El proyecto de vida rural y urbana de Mercedes Rosa incluyó criar sus hijos, ordeñar hasta 17 vacas cada día y velar por la economía del hogar y por el orden en la casa.

En 1949 la familia se mudó al área urbana de Támesis para que los tres hijos mayores fueran a la escuela pública. En “el pueblo” y por muchos años Mercedes Rosa fue papá y mamá, pues Luis Gonzalo pasaba la semana en la finca, atendiendo cultivos de café, caña de azúcar y cacao, y algunos potreros con sus reses, generalmente en tierras de don Eduardo Serna G. La casa propia en Támesis fue pronto el lugar de llegada de personas del campo y del pueblo que necesitaban alguna ayuda. A esa casa llegaban también personas que apreciaban la amabilidad y la conversación variada e ilustrada de Mercedes Rosa. Ella fue reconocida también por su habilidad para tejer “frivolidad”, en verdaderas obras de arte que conservan quienes tuvieron la fortuna de recibirlas como regalo de Mercedes Rosa.

Se destacó por ayudar a educar los hijos, con los ojos puestos en las tareas escolares y los comportamientos, poniendo su ingrediente silencioso e infaltable, el amor, mientras atendía los quehaceres del hogar o bordaba o leía. Llegó el día en que el mayor de los hijos se fue a estudiar a Medellín, y a la distancia ella lo atendía amorosamente, le enviaba ropa y cartas con sabias recomendaciones. Así, cada hijo y cada hija fue encontrando donde aplicar lo aprendido en el hogar con más aporte diario de la mamá que del papá. Todos los hijos, menos uno, terminaron por lo menos bachillerato. Gran logro. Varios de ellos terminaron su carrera universitaria. Ese uno sin bachillerato aprendió a leer a los tres años de edad, es hoy gran lector, musicólogo destacado, animado conversador, autor de décimas, compositor de bambucos y pasillos y persona autodidacta muy reconocida en lo político y en lo ecológico.

Hacia 1970 la familia se mudó a Bogotá, donde vivía una de sus hijas casadas. Tremendo cambio: de Támesis a la capital del país. Allí Mercedes Rosa continuó su amorosa labor de preparar sus hijos para el país. Ella seguía con su misión de papá y mamá, pues Luis Gonzalo no aguantó ni un año en Bogotá y compró una finca situada entre Mariquita y El Fresno, donde, ya cansado y solo, criaba ganado criollo. Para Mercedes Rosa, dueña de un pensamiento amplio y cosmopolita, adaptarse a Bogotá también fue difícil, pero ella lo llevó adelante como si nada fuera. El frío de La Betania era semejante al de Bogotá.

Para su labor y misión contó siempre con fondos aportados por Luis Gonzalo y con lo que obtuvo de la venta de sus derechos heredados en Támesis. No le interesó la riqueza monetaria, no tuvo ni ambicionó ganado ni fincas ni casa de ella ni chequera ni dinero joyas. No le interesaba eso sino su tesoro mayor que fue entregando al país: hijos e hijas bien formados, educados, derechos. En Bogotá se angustió con la carrera universitaria de las dos hijas menores, pero logró impulsarlas hasta que una terminara sus estudios de Diseño Industrial, en Bogotá, y otra, la menor, se graduara en Medicina, en el Estado de Oaxaca, México.

Mercedes Rosa y Luis Gonzalo viajaron de paseo con un hijo, por Estados Unidos y México. Ella además pasó temporadas con otro de sus hijos en Perú y Costa Rica. Por años y hasta su muerte guardó las tarjetas y cartas que recibía de sus hijos nietos y biznietos, recuerdos que con sus cuadernos constituyen tres tomos llenos de afecto, que uno de sus hijos conserva bien empastados.

Fue una persona muy saludable. Sólo la obligaron a guardar cama sus partos y dos accidentes con fracturas de huesos. No falló un día en el apoyo a Luis Gonzalo para mantener atendida y unida la familia y darle seguridad, inclusive durante los años en que estuvieron separados, y menos aún después de que ella enviudó en 1991. No dejó de darle seguimiento a su misión de formar 11 hijos para que le sirvieran al país.

En esas lides y dimensiones, Mercedes Rosa Rincón Arcila fue una heroína, una persona valiosa y destacada, como tantas otras señoras de Colombia a quienes la historia no menciona.

Mercedes Rosa murió a la edad de 87 años, en Bogotá . Todos sus hijos, nietos y bisnietos nietos viven hoy (2010), unos en México, otros en España, otros en Estados Unidos y otros en Colombia. Y tres de sus hijos han regresado a vivir en Támesis donde son muchas las personas que la recuerdan.

Escrito para el periódico Suroeste el 5 de febrero de 2010.