viernes, 28 de mayo de 2010

Recordar

Hoy, ajusto varios días de estar siendo bombardeado por destellos enormes de la voz recordar. Sus términos relacionados: recuerdo, olvido, memoria, pasado son como llamas de ese bombardeo. La voz recuerdo me hace evocar, como pasando fotos ,que estuve caminando por la gran Muralla China, por la vía Véneto y por el palacio Borghese en Roma, por el asombroso Jardín Botánico de Bogor, en indonesia; que estuve haciéndome tomar fotos con las imágenes de cera de Picasso en Londres; mirando desde arriba en lo más alto de la torre Eiffel a París allá abajo; besándome con Merce al frente del Capitolio en Washington para quedar así fotografiados; estrechándole de mano y saludando al hoy ex Presidente de EEUU, Jimmy Carter, cuando compré su libro “Why not the best”; y estando sentado con papá y mamá en mis graduaciones. Me acuerdo de estar arreando los odiosos terneros en El Salado, o desyerbando calles en la Calle Naranjo de Támesis, arrepintiéndome de todos mis pecados en la Clínica de San Vicente por allá en 1958, después de un hemorragia interna. Tengo destellos en colores de paseos largos con mi esposa e hijos por Iowa y Colombia y Perú y Chile y Támesis. Recordando es una voz en cuyos destellos me he visto cuando troté en los bordes de las cataratas de Niágara, o en el Mall de Washington D.C., o cuando anduve por el paisaje de la luna en Bolivia, o estuve parado en el borde de un cráter o en la ladera de un volcán en Costa Rica, o admirando el “Diamond Head” en Hawai. Recuerdo es una voz léxica que me trae memorias de la voz de papá y mamá, que grabé y conservo años después de que fallecieron; de la voz poderosa de Gorbachov en el Campus de la EARTH. Recuerdos --como memoria de algo hablado-- me trae el poderoso e imborrable mensaje de mamá cuando me dijo hacia mis 15 años “vos poder escribir que este señor”, o el de Dale Flowerday en el ICA, cuando me dijo hace años, antes de yo ir a estudiar a AMES con una beca que él administraba en Colombia, “I have confidence on you”. Y las conversaciones sobre plasma con Franklin Chang el astronauta costarricense. Recuerdo me trae retratos mentales de centenares de libros como los de Kenneth Burke, de alumnos, de colegas en reuniones internacionales, imágenes de búhos, caras y cuerpos de personas, de edificios, de paisajes, de riesgos como las borracheras en Támesis, Medellín y Bogotá, y de viajes innumerables especialmente de lugares y momentos de uno alrededor del planeta; de alegrías completas como la de esperar y ver nacer a los hijos y de tristezas vividas a medias como el fallecimiento de papá y de mamá. ¿Cuántas veces dije: Recuerdos a la familia? Recuerdos me han venido en tropel, en los papeles que atesoró mamá y que organicé en tres tomos donde redescubrí cartas que me envío papá y que dolorosamente para mí no recordé mientras él vivía. Recuerdo obsesivamente letras de canciones que una vez supe a medias, que olvidé y que he estado recordando, como Madrigal, Casas viejas, Gracias a la Vida, “My way”, Todos Vuelven, Tamesinita, Ojos Azules, Caña Dulce, Pueblito Viejo, Las Acaclas, las cuales me llevan a países diferentes donde he trabajado. Recuerdo me trae el mensaje de algo hablado muchas veces, como esa fabulosa capacidad de olvidar cosas hasta el instante en que algo hace llegar su recuerdo por medio de bombardeos inclementes como estos que expreso. Olvidar me bombardea cuando la voz recordar me dice que olvidar se vuelve imposible para la persona viva, pero no recordar viene a darle un espacio de descanso en la memoria. Recordar a otros me recuerda que recordarlos es ayudarles a seguir viviendo después de su muerte. Y recuerdo que uno no muere sino cuando ya nadie recuerda lo que hizo o dijo o escribió o amó o ayudó a ser en su paso por nuestro planeta.

Luis Hernán Rincón Rincón, Támesis, 11 de mayo de 2010.

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