Haber estado en la marcha del 4 de febrero, con Mercedes y Juliana, es un hecho que nos marca de por vida. Por donde se mire, esa marcha es un hito. Mientras haya testimonios así de contundentes de que la juventud no quiere recibir la herencia de violencia y odios que nos dejaron nuestros mayores, hay esperanza de que Colombia sea Colombia sin violentos, sea nuestra patria segura, donde podamos trabajar y convivir en paz, sin que se meta mico-mandante alguno, ni nos mande instrucciones ningún país.
A diferencia de la marcha de 2007, en la que también estuvimos, esta vez fueron muy escasas las muestras de oportunismo que vimos tratando de desviar hacia otros lemas y propósitos el mensaje sólido: no más FARC.
Esta vez no tomamos fotos. En Internet se consiguen miles de ellas, de todo el mundo, para confirmar lo grande que fue el movimiento y lo poderoso que ha sido el mensaje.
¿Cuál es su compromiso personal y colombiano de hoy en adelante, como aporte a una paz ocupada y tolerante entre todos los que vivamos en Colombia?
Después de "no más FARC", eso es lo que sigue. Y eso no ocurre, lo hacemos las personas.
miércoles, 6 de febrero de 2008
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